domingo, 21 de febrero de 2010

El extraño universo de José Saramago...


La infamia del destino no tenía autores mortales o cómplices desleales, no había quiénes redactaran su existencia… Sin embargo llegó a nuestras manos la palabra escrita de uno de los mejores escritores de todos los tiempos y el mejor de su país, sucediendo por supuesto al heterónimo novelista y poeta ejemplar Fernando António Nogueira Pessoa.

José Saramago, como ente social inconforme e inestable viajero de la magnificencia mental, consta de muchos capítulos, y es de la vida, no sólo un inefable testimonio del triunfo y la insaciable lucha por el antiquísimo oficio de la escritura, sino una aventurada palabra que se disgrega en muchas otras y hace de sus rumores un fuerte golpe para las entidades eclesiásticas y el gobierno mismo.

Y al día siguiente no murió nadie… Es el inicio de la urgente travesía que se hace en una invaluable pieza literaria escrita, llamada Intermitencias de la Muerte. Uno de sus libros más representativos, que hace apenas cinco años escribió este escritor de 88 años.

José Saramago pulveriza el lenguaje y hace con éste, una serie de juegos elásticos que se contraen y se expanden según la gravedad que abarquen las circunstancias; los momentos tornan macabros con las patrañas y los mañosos desplantes de la mafia, el gobierno y las sociedades benéficas, al afectar directamente el juicio personal de quien sugiere el alivio en algo tan poco aclamado pero absurdamente apremiante como la muerte.

Éste premio Nobel portugués, rumora la fantasía ajena para después sacrificarla en sarcásticas realidades, que muchas veces no superamos, porque nos sentimos burlados por el destino, y estancados en el fango de la decepción, es entonces que con un toque imperdonable existencialismo, desvanece la alegría para hacernos contemplar a la hermosa parca ataviada de mujer y su brillante guadaña, como si nada sucediera, tan simple como anhelar la muerte….

Sus extensísimos diálogos de varias páginas, divididos por simples comas en una aparente estructura confusa e ilógica que quizás los críticos descalificarían, nos ofrecen una contemplación mucho más cercana y creativa de la virtuosa luminosidad de su narrativa y entonces aprendemos a distinguir entre la literatura y todo lo demás…

Además, ¿quién se atrevería a criticar a un personaje, cuya capacidad literaria nos confunde la existencia misma desde sus primeras líneas? José Saramago, con el mismo semblante quedo y expresivo de mi recordado abuelo… poeta, novelista, cuentista, ateo declarado, pacifista real y con poca paciencia política, brillará por siempre con su legado, que más que ilustrado, es de una extraña perfección.

© Ricardo Galván Barquín
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- ¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?

© José Saramago

domingo, 7 de febrero de 2010

Cortázar...el maestro ejemplar del cuento y la literatura...


Es bien sabido, al menos en lo que el criterio Europeo nos dicta, que la buena literatura está en el viejo continente, sin embargo, yo creo que también hay latinos que nos ilustran, no solo por instantes con sus libros, sino que logran cambiar toda una vida con una pieza, que muchos, por experiencia propia, transformamos en fundamental.

Es inadmisible que un escritor como Julio Cortázar deje de ser leído por una gran cantidad de jóvenes que en la actualidad confunden la literatura con la autoayuda. Bien, muchos nos hemos orillado a la superación personal porque la vida es cada vez más difícil e indefinible, pero qué más da, en todas las etapas de la historia y con sus distintas circunstancias, han habido depresiones económicas y crisis financieras, las guerras siempre han existido, al igual que los cambios climáticos y los despiadados impíos.

Yo propongo firmemente la lectura completa en la obra de don Julio Cortázar. Por ejemplo, Rayuela, una pieza fundamental en nuestra lengua y amalgama esencial en la narrativa de todos los tiempos, es una obra maestra que no sólo hace exquisito el paso del tiempo con extraordinarios juegos y trampas fraseológicas, sino que nos envuelve con todas las patrañas, vicios, hábitos y personalidades contradictorias en sus personajes, en cuyas conversaciones incluso, sobresalen notas musicales en sus dos paisajes diferentes: Sudamérica y París.

La maga, Gregorovius, Oliveira, Babs, Ronald, Wong, Rocamadour, Traveler, Morelli, Berthe Trepat, Etienne y muchos otros excepcionales personajes, le dan vida a la historia de Rayuela, cuyo contenido no sólo es para personas inteligentes con sed de sabiduría y retos lingüísticos, sino también los omnívoros que buscamos en la lectura un mundo colmado de complicidad que nos provoca un desdoblamiento natural en un sinfín de desenlaces, porque nunca sabremos cuál fue el principio y dónde terminó todo.

Rayuela, es un libro lleno de dificultad y de laberintos, se resiste a la simplicidad del lenguaje y a la obviedad del destino; a Cortázar no le gusta el paso siguiente que nuestra mente adivina esporádicamente en la lectura, porque sus trampas están por doquier…

Por eso amigos, propongo firmemente a Julio Cortázar como modelo clave de la nueva literatura Americana, porque su vida es un claro ejemplo del amor a lo que uno hace en esta intermitente brecha a la que llamamos vida… y aunque no fue acreedor de significativos premios que muchos escritores persiguen a lo largo de su vida sin quizás lograrlo, es un orgulloso poseedor del reconocimiento mundial, y por supuesto del mío, por su vasta literatura ante la que rendimos y a la vez nos redime del hastío de la fastuosa avaricia…

Cortázar, un experimentado cuentista, un brillante novelista y un poeta de la vida...

© Ricardo Galván Barquín
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"...Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja..."

© Julio Cortázar 1963
Editorial: Cátedra