jueves, 8 de octubre de 2009

Mi primer poemario escrito en el Caribe, Canciones de Verano a una Mujer y Crepúsculos de Invierno...



...y entre más poseo las letras
como se poseé en el abrazo a una mujer,
más cómoda encuentra su morada en mí
la cultura, que viajaba desnuda y universal...


Canciones de Verano a una mujer y Crepúsculos de invierno, es un libro cálido y a la vez frío, tal y como su nombre lo dice; es un compendio de redacciones musicales impuestas por las manos inspiradas de un poeta, cuyas musas se han perdido en las paredes de su alma en el más hermoso de los recuerdos, y que por alguna razón del destino, no se materializaron sino en meras remembranzas de vida, como las que uno tiene de su infancia, los estudios, el primer trinar matutino o la familia misma…

Como autor de dicho libro, comparto con orgullo esta nota para darles la bienvenida a un mundo del que ya muchos han desertado, dada la indiferencia a la sensibilidad humana y la renuncia irrevocable que conduce a un viaje de introspección: El mundo Literario, el mar donde las letras son oleajes en forma de metáforas.

Porque nos hemos acostumbrado a vivir de acuerdo a incuestionables normas ajenas y nuestra identidad, muchas veces depende más de terceros que de nuestra valiosísima voluntad, porque en efecto, tenemos un ritmo de vida apresurado y laboralmente arduo, con lo cual invariablemente nos separamos de un análisis personal, o un simple instante de reflexión.

...y el Caribe Mexicano vio surgir este libro entre sus oleajes...

Las Canciones de Verano a una Mujer, son vagas melodías de un enamoramiento pleno, apasionado y libremente original, escritos estos a manera de biografía en torno a un idilio juvenil, poco sombrío y colmado de sonrisas continuamente acompañadas e inefablemente permanentes.

Los Crepúsculos de Invierno, divididos en rumores de amor y lluvias de ausencia, fueron acomodados para mostrar a los lectores el fundamento de la desnudez de un alma incondicional entregada a plenitud, para después terminar en un desenlace tristemente desecho, donde un corazón que ardía en llamas, quedó crepitando en los restos de un flameante derrumbe de ilusiones.

Yo les extiendo una cordial invitación a que lo lean y muy amistosamente les garantizo un testimonio de vida, donde aprenderán a reencontrarse con ese ser al que le temen por miedo al autoconocimiento y el fracaso, pero nada más didáctico hay en la mente humana que un amor desvanecido, porque al levantarnos, tendemos a caminar con pasos más firmes y seguros…

¡Gracias totales, haz click en la foto y comienza a disfrutar de un paisaje diferente!

Ricardo Galván Barquín.

CONTENIDO.

Prólogo.............................................................................. 7

Canciones de verano
a una mujer

Dedicatoria

Un atardecer de Verano

Poema I

Poema II

Poema III

Poema IV

Poema V

Poema VI

Poema VII

Poema VIII

Poema IX

Poema X

Poema XI

Poema XII

Poema XIII

Poema XIV

Poema XV

Poema XVI

Poema XVII

Poema XVIII

Poema XIX

Poema XX

Poema XXI

Posdata de tus labios a mis besos

Crepúsculos de invierno

Parte I:
Los rumores de tu amor

Dedicatoria

Capítulos de mi vida

Cuídate

Mis latidos

Oleajes

La mujer que yo quiero

¡Qué bello es tu mirar!

Una estrella

Sintiendo la luz en mis ojos

Huellas

Luz y amor

Cuando surjas en una melodía

La espera

El rumor de tu nombre

La sonrisa que escondes.

Una sonrisa en el viento

Tu silencio

Parte II:
La lluvia de tu ausencia

Cuando un poeta se enamora

Instantes que te nombran

Lágrimas en el camino

Aún te amo

Indiferencia

Bosque de Otoño

Regálame tus grandes ojos

Amarte así

El amor que te guardo

Inquietud mía

Nostalgia de un recuerdo

El eco del anochecer

Inolvidable poema jamás escrito

Crepúsculos de Invierno

Efluvio lunar de un recuerdo


Disponible con el autor, en los enlaces abajo señalados y en Librerías Gandhi de la República Mexicana ( www.gandhi.com.mx sección de Libros-e), en Librería Mundo de Playa del Carmen, sucursal Zona Centro y Sucursal Plaza Las Américas. Y en México D.F. en Miguel Ángel Quevedo # 477 en Librerías Bonilla.

Enlaces del libro:

Ediciones del signo,
http://www.edicionesdelsigno.com.ar/
http://www.edicionesdelsigno.com.ar/busqueda.php?seccion=catalogo&elemento=c

Portada del Libro por parte de Ediciones del Signo
(Buenos aires, Argentina) COPYRIGHTS 2009

© Ricardo Galván Barquín
© COPYRIGHTS, todos los derechos reservados.

miércoles, 10 de junio de 2009

Un humilde oficio...


Un día de primavera por la mañana, acudí a la mujer que amo para preguntarle, ¿qué te deja la poesía si la lees?, a lo que me contestó:

La poesía me deja enamorarme, me libera de todo prejuicio y me permite sentirme plena, me da alas para volar a donde yo quiera sin necesidad de moverme. La gente argumenta que no les deja nada práctico, pero ¿qué más quieren que la mente practicando ejercicios mentales con metáforas y palabras rebuscadas que confunden...? ¡Esa es la verdadera belleza en los seres humanos!

Entonces asimilé que si la mente está en un constante ejercicio metafórico y la piel suda en cada poro la practicidad de alguna ilusión firme y leal, se logra en cierta manera entenderse a sí mismo para comprender un entorno que en ocasiones resulta complicado.

Y precisamente, un poeta pretende expresarse horadando de tal manera el pensamiento ajeno, que nos hace comprender esos incesantes demonios y ángeles que dentro de él lidian en constantes batallas. El poeta tiene el coraje que en muchos otros escasea, porque descobija al alma en un desahogo y la deja al descubierto para que el mundo lo interprete a su manera.

Al poeta lo critican, lo acribillan calcinando sus versos ya devaluados, le adjudican adjetivos trillados, le restan seriedad, lo hunden en indiferentes rechazos cuando canta y le huyen las masas, entonces, ¿por qué no ahuyenta también a los sabios y a los niños, al maestro y al pintor? (bueno, en realidad todos son uno mismo)… creo que eso se debe a que su sed de justicia espanta a los que tienen hambre de poder o algún otro tipo de soberbios antojos.

Por eso admiro al poeta, porque desde su santuario de incalculable sonoridad, cultiva el más antiguo y humilde de los oficios, transforma lo inexistente y crea pacientemente melodías e himnos que sólo el alma puede comprender, tal y como lo hacía mi recordado abuelo Don Héctor Barquín Rivera… con la poesía…


© Ricardo Galván Barquín
© COPYRIGHTS, todos los derechos reservados.

La poesía de Walt Whitman hecha justicia...


¡Poetas del porvenir! ¡Despertad! Os corresponde hacerme justicia… *

Aclama en un hermoso poema el célebre maestro Walt Whitman, cuya sangre justiciera suprimió todo tipo de adversidades y atravesó los convencionalismos. Dudo rotundamente que un hombre que sufrió las consecuencias de la secesión de América del Norte, sea tan fácilmente olvidado u omitido incluso por los más severos críticos del alma.

Expreso una gratitud particular a éste poeta y a su poesía en sí, porque encierran una desproporcionada inspiración que se esparce en un sinfín de ilusiones para sobrevivir; porque incluso hasta el más frívolo de los villanos juega un papel sensible en la vida y sin una esperanza en el bolsillo, no alcanza sus objetivos.

Y es eso precisamente, la poesía es esperanza, es un manantial de luz que con intermitentes partículas de júbilo entrelazado a una ardiente magia, nos contagia de amor: combustible perpetuo con que se mueve incluso Dios, cualquiera que sea su rostro ante la mente humana.

Y si algún día el universo acepta que yo soy poeta, confesaré mi solemne y orgulloso agradecimiento a Whitman, quien ha influido a grandes maestros que en mí han edificado sus influencias como Pablo Neruda, por decir sólo uno.

La sensibilidad de Whitman ante los desafortunados sucesos de la guerra sufridos por una sociedad entera, nos hace ver en todo momento que la paz es el movimiento más factible para sustentar la calma, la paz es el símbolo de la poesía.

Y es tal la magia de su obra, que se cantó a sí mismo…

¡Por eso colegas míos y hermanos del mundo, despertemos, luchemos por la paz y hagámosle a Whitman su justicia soñada!


© Ricardo Galván Barquín
© COPYRIGHTS, todos los derechos reservados.


*Walt Whitman (1819-1892)